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El poder y los poderes: la 4T se consolidará en el legislativo

Consolidar la Cuarta Transformación implica cambios profundos que a su vez requieren de mayorías legislativas para lograr modificaciones constitucionales, regulatorias y reglamentarias. En el último año, López Obrador ha sido la punta de lanza de una campaña electoral con dos objetivos principales: reafirmar la aprobación hacia su gobierno; y dotar a su sucesora de la fuerza política necesaria para consolidar su movimiento. A un año de cerrar su cuarto de siglo haciendo campaña, el presidente López Obrador dirigió a su movimiento hacia el mejor resultado electoral que cualquier grupo político haya conseguido en los últimos 40 años.[1] La consecución del “Plan C”, que durante poco más de un año fue una de las principales herramientas narrativas de López Obrador, dio a MORENA la capacidad casi total de modificar cualquier legislación, incluyendo a la Constitución Mexicana.

Sin dejar de reconocer la importancia de la discusión que se ha dado recientemente sobre las reglas electorales y la posible sobrerrepresentación de la coalición mayoritaria frente a la próxima legislatura, no debemos olvidar que la elección del pasado 2 de junio se dio en el mismo marco regulatorio de las últimas 6 elecciones. Es decir, dentro de un esquema de representación aprobado en su momento por el PRI, PAN, PVEM y PRD cuando estos formaban parte de las coaliciones mayoritarias[2]. En esta virtud, es necesario (sobre todo para la oposición) adoptar una postura pragmática que reconozca que MORENA y sus aliados hubieron de desarrollar métodos de ingeniería electoral; lo que ha permitido un mejor aprovechamiento de las reglas vigentes.

Algo que ha quedado claro es que entender el resultado electoral del pasado 2 de junio requiere de un análisis técnico electoral sobre la construcción de coaliciones, definición de candidaturas y ubicación de recursos por distrito. Así entonces, exploraré en este artículo brevemente los resultados electorales de las distintas coaliciones que han participado en los últimos 3 procesos electorales federales, teniendo como objetivo dar un primer paso hacia el entendimiento de cuántos votos costó cada distrito y cada curul para la coalición gobernante y, posteriormente, compararlo con el costo de ganar cada distrito y cada curul para las coaliciones de la oposición y para Movimiento Ciudadano[3]. Para ello, procuraré realizar un breve análisis técnico-electoral sobre la importancia de la correcta designación de recursos electorales, así como proveer de elementos de contexto y otros recursos referenciales. Un adelanto: veremos que durante los procesos mencionados, la coalición gobernante es quien ha necesitado la menor cantidad promedio de votos para conseguir las victorias distritales y curules. Esto, al menos en cuanto a la Cámara de Diputados.

Narrativa popular hacia afuera; tecnocracia a puerta cerrada

La importancia de las mayorías legislativas para la 4T se pudo observar con mucha claridad en 2021, cuando la oposición mantuvo un bloque coordinado que impidió a MORENA aprobar la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE). Sin duda, este suceso representó una victoria muy importante para la oposición a lo largo de las legislaturas LXIV y LXV. No obstante y si bien con esto el presidente logró la aprobación de reformas a leyes secundarias, se vio impedido para reformar las leyes en la magnitud que hubiera requerido una reforma tan importante para su visión de país. Luego de esta derrota, otras reformas muy relevantes para su proyecto, como la Electoral, Judicial y la de Simplificación Orgánica, tampoco lograron salir a la luz en razón de la falta de apoyo que el Mandatario necesitaba dentro de ambas Cámaras. Como resultado, este planteó posteriormente el denominado “Plan C”, que consistió, como sabemos, en el desarrollo público de una narrativa que condujera a la obtención de la esperada mayoría calificada dentro del Congreso de la Unión.

Eso no fue todo, sin embargo, pues de forma paralela se desarrolló un análisis electoral con la finalidad de maximizar el número de escaños obtenidos a raíz de la amplia preferencia hacia su movimiento. A continuación ejemplifico con ayuda de algunas gráficas que construí a partir de los resultados de las elecciones de 2018, 2021 y 2024[4], que se encuentran reportados en la página del Instituto Nacional Electoral[5]:

Gráfica 1: elaboración propia, Votos promedio por distrito ganado, 2024

Gráfica 2: elaboración propia, Votos necesarios para conseguir una curul , 2024

Como observable, desde el 2018 las estrategias electorales de MORENA y aliados han logrado que conseguir un distrito y una curul, sea notablemente menos costoso que para el resto de los partidos[6]. En este sentido, el partido gobernante parece estar haciendo ejercicios de precisión para colocar recursos estratégicamente, de forma que con esto puedan asegurarse victorias con el mínimo margen necesario (considerando que los distritos se pueden ganar por un voto o por un millón). A manera de ejemplo, señalo que por cada voto que la ahora coalición gobernante tuvo que conseguir para tener 1 curul durante la LXIV Legislatura (2018-2021), la coalición PRI-PVEM y PANAL necesitó más de 3. Simultáneamente, la coalición PAN-PRD-MC necesitó poco más de uno y medio. Dicho en otras palabras, hace 6 años MORENA necesitó menos de 1/3 de los recursos que requirió el PRI y cerca de 2/3 partes de los recursos que necesitó el PAN para ganar cada uno de sus lugares en San Lázaro[7].

¿Qué sucedió en las elecciones intermedias? Pues que en el 2021, a la coalición del PRI-PAN -PRD le llevó 1.2 votos más conseguir un escaño que a MORENA. Es decir, el rendimiento de cada uno de sus votos se acercó mucho más al rendimiento de la coalición dominante; mientras que MC sin coalición requirió de 3 veces más votos que MORENA para conseguir una curul. Con esto podemos inferir que Movimiento Ciudadano podría estar ganando con amplios márgenes sus distritos y que algunos de los distritos que no consiguieron ganar pudieron haberse perdido por márgenes relativamente pequeños.

Ya en términos de la elección que se llevó a cabo este año, la alianza opositora requirió casi 4 votos por cada voto de MORENA (3.9) y aliados para ganar un distrito y 2.4 votos por cada uno de la coalición gobernante para conseguir cada escaño. Por su parte, MC requirió 3 votos por cada uno de la coalición gobernante para conseguir un escaño. Aquí la importancia de este análisis: si bien se está revisando la reglamentación electoral después del proceso, el rendimiento de los recursos de la oposición no está siendo óptimo para la consecución de victorias en los distritos. Independientemente de la sobrerrepresentación (resulte esta ilegal o no) de la coalición mayoritaria, la Cuarta Transformación ha logrado mantener un componente técnico visible en las estrategias de diseño electoral para la Cámara Baja, lo que ha permitido que sus recursos y votos le rindan mucho más que a la oposición; consiguiendo más curules con menos votos y ganando distritos plurinominales de Mayoría Relativa también con un menor número de votos.

Otro aspecto que podemos observar es que los resultados que obtuvo la mayoría se dieron en gran medida por su capacidad de leer las reglas. Lo anterior, aunado a una narrativa bien implementada (y a su consecuente aprobación entre los mexicanos, desde luego); y a la falta de un proyecto real por parte de la oposición (de casi toda, por lo pronto).

 

Para concluir y con base en estos datos, destaco que entender el contexto regulatorio que vivirá nuestro país en el futuro inmediato, requiere de comprender también que dentro de la heterogeneidad de la coalición gobernante existe un correcto uso de herramientas técnicas que le permiten conocer a detalle el mapa electoral del país. Esto demuestra que, al igual que en los intercambios comerciales, la competencia electoral entre los partidos será ganada por aquellos que entiendan a su mercado; no sólo desde una perspectiva narrativa, sino también con ayuda de datos numéricos y técnicos que les permitan maximizar sus capacidades. Con esto, para que la oposición sea capaz de recuperar espacios, tendrá que encontrar la manera de maximizar el apoyo que aún conserva entre el electorado, no sólo a través de un proyecto alternativo de nación a la 4T, sino conociendo a su electorado y desarrollando herramientas que le permitan ubicar sus recursos de la mejor manera. De lo contrario, a ésta no le quedará más remedio que seguir intentando comprobar “aritméticas mágicas, en palabras de Aguilar Camín, en los ejercicios postelectorales a los que se presenta cada vez más con menos fuerza.


Referencias

[1] En la elección de 1982, Miguel de la Madrid llegó a la presidencia con 299 diputados (74.75% de 400 en ese entonces) y 63 senadores (98.43% de 64 en ese entonces). La coalición que apoyará el proyecto de la 4T en el legislativo entre 2024 y 2027, contará con el 74.6% de los diputados y 64.8% de los Senadores.

[2] Los criterios de sobrerrepresentación se encuentran en el artículo 54 de la Constitución desde la reforma de 1996 y en el Artículo 59-A del COFIPE, reformado en 2008.

[3] Para la elección de 2018 se sumaron los votos de ambas coaliciones que se convirtieron en oposición para LXIV legislatura. Debido a que el PVEM fue parte de una de esas coaliciones, se sumaron sus votos a la oposición. Sin embargo, sus curules se sumaron a los de la coalición gobernante, porque se alineó con ella para dicha legislatura.

[4] Para efectos del presente documento, únicamente se consideraron los votos válidos por algún partido o coalición[1] para la Cámara de Diputados.

[5]

  1. a. Cómputos 2018. (INE). https://computos2018.ine.mx/#/diputaciones/nacional/1/3/1/1;
  2. b. Cómputos 2021. (INE). https://computos2021.ine.mx/votos-distrito/tarjetas;
  3. c. Cómputos 2024. (INE). https://computos2024.ine.mx/diputaciones/nacional/distritos;

[6] Se miden los costos como el número de votos de necesita cada coalición o partido, para ganar cada distrito y para conseguir una curul en la Cámara de Diputados. Se utiliza voto como aproximación de costo bajo la premisa de que para conseguir más votos, se requieren más recursos humanos y materiales.

[7] Para simplificación del análisis, se considera que conseguir un voto cuesta lo mismo para cada actor político.

Este texto fue escrito por Nicolás Cabrera, Consultor en Grupo Estrategia Política.  

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